Toda decisión de inversión en un activo lleva ligada y asociada una incertidumbre con un riesgo. Cuántas más ganancias posibles, más riesgo asumimos y más podemos perder. Así se regulan el mercado de valores, y en general cualquier mercado.
Un analista financiero trata de analizar y valorar los activos financieros a través de modelos matemáticos. Y ya sea para tomar posiciones largas o cortas utiliza principalmente estas medidas:
- Valor Esperado (VE) de la inversión. Este indicador se obtiene multiplicando la rentabilidad de un activo por la probabilidad de que este suceda. El primero se obtiene dividiendo la resta entre el precio final y el inicial entre el precio inicial. El segundo se puede obtener bien asignándole a unos escenarios posibles una probabilidad o bien recogiendo datos históricos del pasado.
- Volatilidad o riesgo de la inversión. Primero tenemos una idea de lo que podemos obtener de un activo cotizado (VE). Ahora necesitamos una medida que nos diga la fluctuación de los casos posibles. Es decir si se alejan mucho de la media o del valor esperado. En otras palabras es una medida que mide el riesgo. En términos estadísticos es la raíz de la varianza; es decir; la desviación típica.
Normalmente, y aunque nunca lo haya visto en la práctica (que me corrija un analista financiero si me equivoco), un analista financiero trabaja organizando en matrices los valores medios esperados, las varianzas y covarianzas. Cuando se trabaja con más de un activo se organiza en una cartera de valores, y para expresar de forma más clara el conjunto de activos se suele presentar la información en matrices.
Pura matemática y estadística aplicada a los mercados por medio de modelos.
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