Llevo ya un tiempo queriendo escribir este artículo, aunque me salga un poco de la línea editorial bursátil que estoy siguiendo en el blog. El café es la segunda bebida más consumida después del agua. Hace que todas las mañanas muchas personas saluden con alegría a nuevo día a través de su aroma y sabor inconfundible. Beberlo nos produce un enorme placer, dándonos un chute de energía traducido en más productividad y concentración.
Personalmente me considero un amante incondicional de una buena taza de café. No importa que sea espresso, largo, con leche, cortado con un toque de chocolate Mocca o con especias de canela o vainilla. Me gusta el mini chupito de café que preparan en Milán y el café más aguado típico de Colombia. Por gustarme me gusta hasta al americano, aunque un italiano lo considere un atentado gastronómico. Me gusta preparado con mi cafetera italiana, con una máquina de cápsulas Nespresso, el que preparan en el bar de al lado de mi casa y hasta el de la máquina expendedora de la oficina.
No sé si la culpa la tiene el neuromarketing de Starbucks, la cosa es que la inmensa mayoría de la gente disfruta bebiendo un buen café. Como decía mi abuelo, no te fíes de una persona a la que no le gusta ni el café ni la cerveza.
Dicho esto, siento ser un aguafiestas. Pero tomar café en exceso puede quitarte más que darte. En este artículo proponemos limitar su uso, para consumirlo estratégicamente cuando de verdad lo necesitamos y disponer de sus beneficios estimulantes. Creo que de esta forma se disfruta mucho más cuando tengamos el placer de catarlo.
Así se comporta el café una vez dentro de tu cuerpo
Una vez dentro de nuestro torrente sanguíneo el café se adhiere a los receptores de adenosina haciéndonos sentir menos cansados. Básicamente la cafeína es una droga estimulante que bloquea el sentimiento fisiológico de fatiga, haciéndonos sentir con mucha más energía de la que de verdad tendríamos sin tomarla.
Eso explica que nos ayude a mantenernos más alerta y concentrados en la tarea que estamos haciendo, aumentando nuestra productividad en el camino.
No seré yo quien desmienta la interminable lista de beneficios corroborados con estudios científicos. Esa no es la intención de este artículo. Pero sí que considero necesario considerar la otra cara de la moneda para consumirlo estratégicamente.
Los efectos no tan deseados del café
Algunos de los contras que he experimentado en mi propio cuerpo son:
- Dependencia. Necesidad de tomarlo para mantenerte despierto o en un estado normal. Es fácil acabar en un bucle de tomar más café para estar igual.
- Insomnio. En el caso de que lo tomes después de las 4 de la tarde ya no descansarás igual, ya que tarda más de 6 horas en desaparecer por completo de nuestro cuerpo. Según lo nervioso que te encuentres o tu grado de sensibilidad a la cafeína te costará más metabolizarlo y permanecerá más tiempo en tu sistema nervioso.
- Problemas de digestión. El café es muy acidificante por lo que hará que el pH de tu cuerpo se vuelva más ácido quitando alcalinidad a la sangre. Eso puede hacer que tengas problemas absorbiendo todos los nutrientes, vitaminas y minerales, y que te encuentres más cansado.
- Niveles altos de cortisol. El café con cafeína es básicamente un estresor líquido. Si lo tomamos cada día el cuerpo, al menos el mío, se estresará entrando en un estado de alerta. Tu cuerpo se piensa que tienes un tigre deseando comerte.
Consumo estratégico de la cafeína
En el momento que se crea una dependencia al café se pierde un gran porcentaje de los beneficios. Por esa razón el primer paso es eliminar completamente esa dependencia.
Y el segundo paso es no desarrollar esa dependencia. ¿Cómo? Dando variabilidad al consumo. Por ejemplo, a mí personalmente me funciona mejor tomándolo sólo 2 días a la semana aleatoriamente.
Una forma que me funciona para decidir cuándo tomar café es hacerlo con un objetivo en mente.
- Para aumentar tu productividad en el trabajo. Hay veces que de verdad necesitamos un chute de energía extra para realizar una tarea en concreto. Si consumimos café con frecuencia, eliminaremos la mayor parte de sus efectos estimulantes cuando de verdad los necesitemos. Y si abusamos en cantidad entraremos en una espiral que mermará nuestro sueño y descanso.
- Para entrenamientos más fructíferos. Ayuda a quemar más grasa activando el metabolismo hasta en un 11%. Además de ayudar a mejorar nuestro rendimiento deportivo y mejorar nuestras marcas personales. Como publiqué anteriormente, el hábito de hacer deporte es una de las inversiones con mayor retorno en la vida. El café puede ser un empujón extra.
- Simplemente para disfrutarlo. Las cosas que de verdad se disfrutan en la vida son aquellas que hacemos sin necesidad de hacerlas. Simplemente tomar café por placer, y no porque lo necesitemos para estar más despiertos, hará que saborees aún más cada sorbo.
Alternativas al café
Té: personalmente disfruto del té negro con un toque de bergamota y cítricos (Earl Grey), el verde con un toque de menta o hierbabuena, las infusiones frutales a base de frutos rojos y el roiboos con especias orientales. El té tiene 8 veces menos cafeína que el café y entra a tu torrente nervioso con mucha más suavidad. Por lo que se convierte en un genial sustitutivo al café.
Estoy seguro de que con este artículo no te he dicho nada que no supieses. No obstante, sí que puede ser una magnífica forma de ayudarte a reflexionar sobre tus hábitos diarios y cómo influyen en tu rutina diaria.
Escrito este artículo, debo de decir que cada persona es mundo. Y no se debería generalizar nunca. Hay personas que se toman 3 tazas de café al día y no les afecta para nada, y hay otras como yo, que son más sensibles a la cafeína incluso tomando un solo café diariamente.
¿Te quita más el café de lo que te da? Analiza cómo te afecta y pon el café a trabajar por ti, en vez de contra ti.
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Un saludo,
Jordi.
Fuente: 300 Hours